miércoles, 27 de junio de 2018

9-10 junio Dolomiti Extreme Trail 103km 7.150m desnivel positivo


Dolomitas era de aquellos sitios que tenía en mi lista de “pendientes” aunque el hecho de que una carrera no se llene da que pensar...

Pero allí estaba, en Forno di Zoldo, un pequeño pueblecito de los Alpes Italianos preparada para vivir una aventura que no sería nada fácil....
La previsión meteorológica había mejorado en los últimos días pero estaba previsto que nos mojaríamos la tarde del sábado aunque las temperaturas no serían muy bajas.

Todo era acogedor y precioso, la organización me recibió genial y estaba alojada en un hotel con todo al lado (recogida dorsal, salida/llegada de la carrera…), y con gente muy amable.

A esta carrera también venía un buen compañero de compartir kms, Toni Callén, que ya nos conocimos compitiendo en el desierto de Atacama (Chile), y me ayudó mucho, y lo en el UTMB lo mismo.
En el briefing un dato que me hizo pensar… Cuando en una carrera hay gente de 39 países es por algo… Había corredores de Argentina, Colombia, USA, Hawaii, Finlandia… Alucinante!
Falto encontrarme a Eugeni Rosselló, atleta de Haglofs y gran corredor de Ultras que me dijo que Lavaredo Ultra Trail era un paseo al lado de esta carrera… Madre mía, sufría porque 29 horas no fuesen suficientes para acabar semejante locura

La carrera salía el sábado a las 5am, por delante 103km 7.150m positivos con terreno muy técnico.
Ya en la salida los mismos nervios de siempre que a pesar de llevar 12 años compitiendo en larga distancia no desaparecen.




Estábamos Toni, yo y un grupo de Pontevedra muy simpáticos.
A pesar de no ser todavía las 5h de la mañana era suficiente de día para no necesitar frontal y tampoco hacía mucho frío.




3, 2, 1… Empieza la fiesta!! Para variar, salida a ritmos de locura, y al ser en asfalto y bajada, todavía el ritmo se incrementa más, buff qué mal lo paso, son sensaciones agónicas.
Cómo se puede salir así para una carrera de 100km y más de 7.000m positivos? En este tipo de pruebas lo importante es saber dosificarse, entiendo que los primeros salgan a tope pero el resto… En fin, cada uno con su gestión ;P

Al final de esa bajada de asfalto ya nos metimos por sendero, la humedad y bochorno se empezaban a notar. El paisaje acompañaba y las pulsaciones poco a poco se iban estabilizando.




El bosque era frondoso, prácticamente no se veía el cielo. Sube, baja, sube, sube, sube… Al poco de empezar ya se veían muchos voluntarios por el camino fuera de las zonas de avituallamientos, vigilando, avisando de tramos peligrosos, y se notaban que eran la gente de la zona que amablemente con una sonrisa te daban la información necesaria y te animaban, y es muy de agradecer.
Y en los avituallamientos lo mismo, enseguida se prestaban a ayudarte, a ofrecerte lo que tenían.




La mañana fue pasando poco a poco, los tiempos de corte no daban mucha tregua y tanto las subidas como las bajadas eran terriblemente técnicas sin margen para el respiro. 




Aquí te empezabas a dar cuenta de porqué la carrera se llama “DolomitiExtreme Trail”…
Ya se empezaban a ver los primeros abandonos.






El bochorno continuaba, era muy intenso. Y se empezaban a ver las primeras nubes… 




Habían anunciado lluvia por la tarde y no tardó en llegar, primero ligeras gotas  y luego empezó una cortina de agua intensa. Aquí de nuevo veías en los controles más abandonos, de hecho llegué a un control dónde habían seis corredores y los seis se estaban vistiendo para abandonar, y me miraron sosprendidos bajo la tormenta cuando vieron que pasé rápidamente por el control, cogiendo agua y para adelante, sin apenas parar, sólo sonreí, saludé y me fui.

La tarde y la tormenta seguían…



Empezaba el ascenso hacia una pista de esquí, el terreno empezaba a estar encharcado y con mucho barro. Desde que había empezado la tormenta había preferido no ponerme el Goretex para no sudar sobre todo en subida pero empezaba a hacer viento y ya ví  necesario parar para abrigarme pero ya alargué a llegar al avituallamiento. Iba con la mente pensando que era el km 54 dónde tenía mi bolsa con ropa seca, podría reponer también barritas, geles… Y cuál fue mi sorpresa, bueno mejor dicho mi disgusto, porque mi bolsa no estaba. Me equivoqué al poner la etiqueta y estaba en meta, se ofrecieron a traérmela en 20’ pero no me fié, no estaba para perder tiempo.
El resto de corredores que estaban cambiándose de ropa al ver lo sucedido me ofrecieron ropa y lo que necesitase. Al final cogí geles y un polar de mi amigo Toni por llevar algo de abrigo seco en la mochila porque la térmica de emergencia me ví obligada a ponérmela por ponerme algo seco. También los corredores gallegos me dieron geles y sales que necesitaba.
Me faltó quitarme los calcetines llenos de barro y empapados pero bueno…
No me lo pensé, salí rápido, tenía frío y empezaba  a temblar y quería empezar a coger calor rápido.
Era el merdiano de la carrera y tenía la sensación de que había hecho muchas más horas.

Al rato me junté con Toni un rato y luego nos volvimos a separar.





Empezaba a anochecer y tocaba encender el frontal, parecía que la noche sería tranquila porque empezaban a brillar las estrellas. Y no hacía mucho frío.



Las subidas empezaban ya a costar, sube-baja-sube-baja-suuuuuuuuuuuuube-bajaaaaaaaaaa, muy técnico, sin descanso. Y llegaba de esas subidas con premio final, seguramente no recuerdo escenas de tanto barro en competición, se me quedó tan enganchada la zapatilla que no la podía sacar, era un paso hacia arriba, cinco hacía bajo, esos momentos que te agotan física y mentalmente…  Detrás tenía un corredor italiano que como yo intentábamos avanzar como fuese, son momentos que de noche todavía ralentizan más avanzar. Y era imposible intentar evitar meterte en el barro. Había momentos de agua-barro chof, chof, chofff….

Pasado ésto por fin un tramo con “menos obstáculos” hasta que llegó un punto con dos opciones de camino vallay poco claro por dónde era y con ningún corredor a la vista, opción izquierda seguía una pista, opción derecha paso dónde había una valla, un cartel en italiano que no entendía… Pero tenía pinta que era por aquí porque abajo se divisaba una marca…. Pasé la vaya, sendero de barro, bosque frondoso, así que hacía abajo, bajando, bajando… Esas bajadas que no ves el final, sólo la negror del bosque, y ya después de un buen rato vi el resplandor de un frontal, respiré aliviada al ver que que no me había equivocado porque llegué a pensar que era una tramo que habían quitado porque estaba fatal de condiciones.
Ya llegué al control,  llevaba unas horas sin comer por malas sensaciones del estómago y no me entraba nada, intenté comer un poco de sopa, unos trozos de manzanas, y salí.
Al poco nos juntamos con Toni y ya decidimos seguir juntos.

Fuimos pasando la noche, fue dura porque no había tregua, hicimos un tramo más o menos cómodo después de este control pero luego ya sin descanso. No sabías si era peor subir o bajar.

Y ya cerca de las 5 volvía a amanecer, mi estómago seguía fatal, imposible comer.
Íbamos haciendo sin perder tiempo. Apagar el frontal y ver de nuevo la luz del día empieza a animar más, y sobretodo el haber pasado ya el último corte de tiempo era como saber que ya ibas directo a meta aunque quedaban todavía 22 quilómetros y unas cuántas subidas y bajadas.

Fue un golpe fuerte cuando estábamos en una bajada larga y técnica, y al final del todo vimos un río dónde se veía el control y al mirar a la montaña del frente veías a lo lejos el control, o sea que teníamos que bajar y volver a subir hacia la otra montaña…. Son esos momentos que se han de gestionar mentalmente porque ya llevas más de 24 horas de carrera y el cansancio afecta y es el momento que has de pensar en positivo.

Bajamos entonces… Volvimos a subir… Y nos dijeron que ya prácticamente estaba y no fue así. Quedaban todavía subidas, quilómetros, y lo peor era que mirábamos el reloj y el tiempo pasaba rápido y se barajaba la posibilidad de llegar tarde a la línea de llegada. Aunque para mi acabar aunque fuese tarde ya valía.

Momentos duros, de cansancio mental y físico, de no ver el final, de mirar el reloj y sentir presión… El momento que tocamos el asfalto y vimos el cartel de 1,5km a meta no nos lo podíamos creer, qué ilusión. 
Y no sabes como pasa pero cuando va a llegar es momento de cruzar la meta te olvidas de todo lo malo, de lo que has sufrido las últimas horas… Había un gran ambiente en el pueblo, hacía sol, el cielo brillaba azul, por el altavoz anunciaban nuestra llegada.

Y 3, 2, 1... Conseguido!!!! Una  meta muy valorada, muy luchada.





Y a disfrutar del momento, y del merecido descanso!




Next stop... Very far away and high from home! :P

Everest Base Camp (September 2012)