lunes, 13 de marzo de 2017

24-26 febrero 2017 Transgrancanària (Las Palmas de Gran Canaria) 125km 8.000m positivos

La “borrachera” del Aconcagua era difícil de olvidar, tantas sensaciones de esas que marcan, tantos paisajes, momentos, personas, risas, sufrimiento… Lo que tenía claro era que sería de esas experiencias que marcan un antes y un después.
Cuando corrí TheTrack en Australia en mayo de 2015, y después de 522km en 9 etapas, pensé que había llegado a mi límite, pero en Aconcagua, fue otro límite también, diferentes sensaciones, pero viendo el límite muy cerca.

Y con el cuerpo ya más recuperado, las ganas de volver a pisar la montaña afloraban desde dentro. Y con muchas ganas también de ponerme los esquís.

Primeras salidas después de Aconcagua:


10 de febrero, esquí de montaña y esquí alpino en Formigal





17 de febrero, esquí de montaña en Masella




Y llegaba la primera prueba de la temporada, mi 11ª temporada corriendo carreras de larga distancia.
En noviembre después de cerrar la temporada corriendo la Haría Extreme en Lanzarote tuve claro que quería volver a correr la Transgracanaria en febrero y quitarme la espina de la edición de 2015 dónde acabé bien pero me descalificaron por llegar fuera de hora de control.
Y correr en Las Palmas de Gran Canaria es siempre un placer, ver a los amigos de allí, mi gran amiga Elena, que nos conocimos en el Campo Base del Everest.

Así que llegué a Canarias con las pilas cargadas de energía, consciente que me faltaba entreno, pero con la esperanza que mi cuerpo recordase “el entreno” de Aconcagua. Y también, con la presión de sacarme la espina de la Transgrancanaria

La previsión inicial de tiempo eran temperaturas no muy bajas y lluvia, muy diferente a la que tuve en 2015, con muchísimo calor.

Llegué el jueves con el gran recibimiento de Sheila y su familia, luego ya me junté con mi gran amiga Elena y su familia, y a recoger el dorsal a Expomeloneras, qué placer ver a grandes amigos y sentir como en casa.

Con Sheila

Con Elena

En Expomeloneras
Ya cena precarrera habitual (ensalada, pasta…), y al día siguiente algo que necesitaba, dormir, después de muchos días durmiendo poco para llegar a todo, necesitaba despertarme sin despertador para que mi cuerpo estuviese “aclimatado” para aguantar las casi dos noches de carrera.

La previsión de meteo a último momento fue un poco diferente, menos posibilidades de lluvia pero temperaturas más bajas.

Y esas cosas que pasan y no tenías previsto… La carrera salía a las 23h desde Agaete, y 2 minutos antes de salir de casa de mi amiga Elena en Las Palmas, y al ir a meter el móvil en la mochila de la carrera, me quedé con la cremallera en la mano, no me lo podía creer…. :O

La mochila tenía ya mucho trote pero no esperaba que se me rompiese en ese momento, ni la cremallera, aunque pensándolo luego, siempre era mejor que se rompiese antes de salir que no durante la carrera…
Qué nervios! Llamé a un amigo que pensaba que tendría la solución pero sólo tenía mochila de 5l, demasiado pequeña, así que  viendo la hora, no tenía muchas opciones, el ponerme imperdibles a la mochila lo descarté porque imaginé que sería poco ágil… Así que le pregunté a mi amiga Elena si tenía alguna mochila y menos mal tenía una, no era cómoda porque no tenía el agua delante y no se adaptaba mucho al cuerpo como la mía de siempre, pero mucho mejor era eso que nada…
Así que la mochila que normalmente inviertes un buen rato en organizar, la hice en un momento en el coche mientras íbamos para la salida.

Sobre todo no quería que eso me afectase en mi rendimiento para la carrera así que traté de no pensar.
Los nervios de siempre para la salida, algo irremediable 11 once años después de mi primera carrera de larga distancia

En la línea de salida
Con Elena y Sheila antes de la salida
Y 3, 2, 1… Y a correr, salida a trote hasta que el camino se empezaba a inclinar demasiado que no valía la pena perder fuerzas.
La 1ª subida  era larga e intensa (1.200m positivos), me encontré genial, iba haciendo a buen ritmo.
Cuando acabó esta subida, empezaron a intercalarse senderos para trotar…Hasta que de repente un parón de unos diez minutos porque había un tramo de cuerdas y una larga cola
La temperatura era fresca, y allí parada, empecé a notar “frío” de verdad, suerte que una vez pasadas las cuerdas, de nuevo a subir.
El suelo estaba muy mojado tanto por la lluvia de días anteriores como por la humedad y tuve dos resbalones con golpe de rodillas y pensé que lo mejor era no arriesgar y evitar correr cuando el camino estuviese peor para evitar riesgos. Empecé a sacarle un poco de ventaja al tiempo de corte, me encontraba genial y quería aprovechar.
La noche también tuvo episodios de niebla espesa que costaba incluso ver el sendero, se agradece la luz trasera que tenemos que llevar como material obligatorio para tener una referencia de dónde está al corredor que va delante.

El día empezó a clarear pero estaba nublado y nada de calor, todavía no era capaz de quitarme el cortavientos. Esta parte de la carrera tenía un paisaje que ya recordaba porque no me gustaba del todo, quizás demasiado asfalto y civilización, aunque es cierto que hay partes de carreras dónde esto no se puede evitar.
Sin darme cuenta llegue a Teror, km 56.2 que cerraba a las 13h, casi hora y media antes de la hora de cierre.
Estaba contenta, me sentía bien, buenas sensaciones, y con muchas ganas.

Se hacía pesado que durante gran parte de la carrera los senderos fueran estrechos y tuvieses que estar pidiendo paso o me pidiesen a mi.
Ahora llegaba una de esas subidas que mentalmente cuestan porque no se acaban nunca pero que has de poner mente fuerte, esta fue la última subida dónde estaba al 100%, las siguientes ya no estaría tan bien, aunque muy contenta de poder subir tan cómodamente (quizás efecto Aconcagua? ;) Aunque todo lo que ganaba subiendo lo perdí en las dos bajadas más técnicas de la carrera y depende del momento esa sensación desanima bastante).


En Tejeda me encontré a mi amiga Elena que me había traído pasta y un Aquarius, qué alegría! Por hablar con alguien, los ánimos y la pasta que viene bien en esos momentos.
Y ahora llegaba la parte más bonita de la carrera pero que requería bastante esfuerzo, la subida al Roque Nublo, el punto más alto de la carrera. Buff aunque no estaba mal del todo se notaban los más de 70km que ya llevaban las piernas.



Intenté no pensar, pero el reloj empezaba a correr deprisa, después de las duras bajadas había perdido el cojín de tiempo tan amplio que tenía y empezaba a estar un poco agobiada. Nada más salir de Tejeda se veía el Roque Nublo a lo lejos y costaba tenerlo cerca, los kilómetros no pasaban, fui haciendo, pasaba a gente así que tampoco iba tan mal.



Durante todo el día no me había sacado el chaleco, y seguía con él, en la sombra el viento era fresco, contrastado con el calor en el sol y en las zonas de población. De hecho, era el primer momento en toda la carrera que se veía el sol ya que las nubes no habían desaparecido en todo el día.
Justo antes de llegar al Roque hay un tramo de ida-vuelta justo ya cuando estás llegando, y cuesta cuando ves a los corredores que ya bajan y tu todavía tienes que llegar en subida.

Una vez llegué, intenté bajar lo más rápido posible pero no fue fácil, volvían a aparecer muchas piedras que no facilitaban avanzar rápido. Antes de eso, aquí tuve la oportunidad de vivir el momento más bonito de toda la carrera, el atardecer con vistas increíbles, y el Teide, mágico!



Y esas casualidades de la vida que pasan… Mientras yo pensaba que esa imagen que estaba viendo era digna de captar por un fotógrafo como mi amigo Quin Farrero, gran fotógrafo, y de repente apareció allí, el destino jeje…

Foto de Quim Farrero
Después de nuevo otras subida para llegar al control de Garañón, dónde había un gran ambiente, y como en 2015, muuucho frío!
Como en todos los controles veía corredores abandonar, es muy fácil cuando vas tan agotado entregar el dorsal y pensar en meterte en el bus que te lleve de vuelta.
La alegría de volver a ver a mi amiga Elena me cargó pilas, como sabía que iba con menos de una hora de margen, me cambié rápido de ropa porque allí los corredores teníamos la bolsa que nos había transportado la organización, arriesgué a no hacer cambió de calcetines aún notando que lo necesitaba. Comí también algo, cambio de pilas y salí muy rápido.
Aunque quedaba algo de luz del día, hacía tanto frío que no sentía ni las manos. Era increíble pensar que estaba en Canarias pero con sensación de frío de Pirineos jeje…
Seguía agobiada con el crono y me pasaba por la cabeza el hecho de que me volviesenn a descalificar por llegar tarde pero intenté no dejarme llevar por esos pensamientos y a luchar hasta el final.

De nuevo bajada, nada fácil tampoco, y ya de nuevo con frontal, empezaba la segunda noche y las piernas ya lo notaban bastante, me desgasta mucho la presión de la bajada, junto con la mezcla de piedras y el crono de tiempo.
No era la única, veía a muchos corredores también mirando el reloj. Es curioso porque durante toda la carrera me sentía extranjera en Transgrancanaria porque todo eran corredores de fuera, de hecho es un gran éxito para una competición tener un índice tan alto de corredores internacionales.

Una vez acabada la bajada, en Turte, km 94.2, penúltima bajada, y luego ya la última subida y ya a bajar hasta la meta.
La sensación térmica no era de mucho frío pero no sobraba ropa, aunque por emergencia tenía en la mochila otra camiseta térmica, y el Goretex de material obligatorio, así que tenía la tranquilidad que si hacía falta, podría ponerme otra capa.
Ahora la bajada que llegaba era cómoda, ancha, de pista, pero eso sí, de piedras, dentro de una especie de barranco. Fui adelantando a mucha gente hasta que los últimos corredores ya a la vida, al pasarlos, optaron por ponerse a mi rueda, eran extranjeros,  ellos se beneficiaron de mi ritmo y yo de la compañía para que no me entrase el sueño, no hablábamos pero sentir el paso y la respiración detrás tuyo te distrae y “tienes la responsabilidad” de llevar un buen ritmo ;)

Y ahora sí, Parque Sur, penúltimo control antes de meta (Km 120.2), que alegría! Miré el reloj  e iba muy sobrada, tenía tiempo de sobras de acabar la carrera sin prisas. En este control no paré para nada, llevaba de todo, así que para meta. Los corredores que llevaba detrás se pararon y yo seguí, me junté con un corredor italiano y fuimos haciendo ya a un ritmo un poco más tranquilo que el anterior, los últimos casi 5km.
De nuevo por una especie de barranco, íbamos avanzando, yo sentía ya una felicidad enorme por haberlo conseguido, ya estaba, pisamos el asfalto, y dentro de mi me inundaba una alegría enorme.
Y en nada, 3, 2, 1… Y meta! Qué gran comienzo de temporada!!! La meta estaba desolada porque eran casi las 3.30 de la madrugada pero yo estaba muy feliz, 28 horas 27 minutos, me habían sobrado casi 1 hora  y media de tiempo. MI amiga Elena estaba allí para felicitarme, qué ilusión!





Y ahora ya a descansar y disfrutar el momento! Y lo mejor, que al día siguiente ninguna molestia muscular, sólo cansancio y muucha felicidad!


Ahora a recuperar y de nuevo para la montaña, esquís, cuerdas… Y con la mente en la próxima, y ya más allá, en una de las dos pruebas objetivo del año!

Everest Base Camp (September 2012)