Dolomitas era de
aquellos sitios que tenía en mi lista de “pendientes” aunque el hecho de que
una carrera no se llene da que pensar...
Pero allí estaba,
en Forno di Zoldo, un pequeño pueblecito de los Alpes Italianos preparada para
vivir una aventura que no sería nada fácil....
La previsión
meteorológica había mejorado en los últimos días pero estaba previsto que nos
mojaríamos la tarde del sábado aunque las temperaturas no serían muy bajas.
Todo era acogedor
y precioso, la organización me recibió genial y estaba alojada en un hotel con
todo al lado (recogida dorsal, salida/llegada de la carrera…), y con gente muy
amable.
A esta carrera también
venía un buen compañero de compartir kms, Toni Callén, que ya nos conocimos
compitiendo en el desierto de Atacama (Chile), y me ayudó mucho, y lo en el
UTMB lo mismo.
En el briefing un
dato que me hizo pensar… Cuando en una carrera hay gente de 39 países es por
algo… Había corredores de Argentina, Colombia, USA, Hawaii, Finlandia…
Alucinante!
Falto encontrarme
a Eugeni Rosselló, atleta de Haglofs y gran corredor de Ultras que me dijo que
Lavaredo Ultra Trail era un paseo al lado de esta carrera… Madre mía, sufría
porque 29 horas no fuesen suficientes para acabar semejante locura
La carrera salía
el sábado a las 5am, por delante 103km 7.150m positivos con terreno muy
técnico.
Ya en la salida
los mismos nervios de siempre que a pesar de llevar 12 años compitiendo en larga
distancia no desaparecen.
Estábamos Toni,
yo y un grupo de Pontevedra muy simpáticos.
A pesar de no ser
todavía las 5h de la mañana era suficiente de día para no necesitar frontal y
tampoco hacía mucho frío.
3, 2, 1… Empieza
la fiesta!! Para variar, salida a ritmos de locura, y al ser en asfalto y
bajada, todavía el ritmo se incrementa más, buff qué mal lo paso, son
sensaciones agónicas.
Cómo se puede
salir así para una carrera de 100km y más de 7.000m positivos? En este tipo de pruebas lo
importante es saber dosificarse, entiendo que los primeros salgan a tope pero
el resto… En fin, cada uno con su gestión ;P
Al final de esa
bajada de asfalto ya nos metimos por sendero, la humedad y bochorno se
empezaban a notar. El paisaje acompañaba y las pulsaciones poco a poco se iban
estabilizando.
El bosque era
frondoso, prácticamente no se veía el cielo. Sube, baja, sube, sube, sube… Al
poco de empezar ya se veían muchos voluntarios por el camino fuera de las zonas
de avituallamientos, vigilando, avisando de tramos peligrosos, y se notaban que
eran la gente de la zona que amablemente con una sonrisa te daban la
información necesaria y te animaban, y es muy de agradecer.
La mañana fue
pasando poco a poco, los tiempos de corte no daban mucha tregua y tanto las
subidas como las bajadas eran terriblemente técnicas sin margen para el
respiro.
Aquí te empezabas a dar cuenta de porqué la carrera se llama “DolomitiExtreme Trail”…
Aquí te empezabas a dar cuenta de porqué la carrera se llama “DolomitiExtreme Trail”…
Ya se empezaban a
ver los primeros abandonos.
El bochorno
continuaba, era muy intenso. Y se empezaban a ver las primeras nubes…
Habían anunciado lluvia por la tarde y no tardó en llegar, primero ligeras gotas y luego empezó una cortina de agua intensa. Aquí de nuevo veías en los controles más abandonos, de hecho llegué a un control dónde habían seis corredores y los seis se estaban vistiendo para abandonar, y me miraron sosprendidos bajo la tormenta cuando vieron que pasé rápidamente por el control, cogiendo agua y para adelante, sin apenas parar, sólo sonreí, saludé y me fui.
Habían anunciado lluvia por la tarde y no tardó en llegar, primero ligeras gotas y luego empezó una cortina de agua intensa. Aquí de nuevo veías en los controles más abandonos, de hecho llegué a un control dónde habían seis corredores y los seis se estaban vistiendo para abandonar, y me miraron sosprendidos bajo la tormenta cuando vieron que pasé rápidamente por el control, cogiendo agua y para adelante, sin apenas parar, sólo sonreí, saludé y me fui.
Empezaba el
ascenso hacia una pista de esquí, el terreno empezaba a estar encharcado y con
mucho barro. Desde que había empezado la tormenta había preferido no ponerme el
Goretex para no sudar sobre todo en subida pero empezaba a hacer viento y ya ví necesario parar para abrigarme pero ya alargué a llegar al avituallamiento. Iba
con la mente pensando que era el km 54 dónde tenía mi bolsa con ropa seca,
podría reponer también barritas, geles… Y cuál fue mi sorpresa, bueno mejor
dicho mi disgusto, porque mi bolsa no estaba. Me equivoqué al poner la etiqueta
y estaba en meta, se ofrecieron a traérmela en 20’ pero no me fié, no estaba
para perder tiempo.
El resto de
corredores que estaban cambiándose de ropa al ver lo sucedido me ofrecieron
ropa y lo que necesitase. Al final cogí geles y un polar de mi amigo Toni por
llevar algo de abrigo seco en la mochila porque la térmica de emergencia me ví obligada a
ponérmela por ponerme algo seco. También los corredores gallegos me dieron
geles y sales que necesitaba.
Me faltó quitarme
los calcetines llenos de barro y empapados pero bueno…
No me lo pensé,
salí rápido, tenía frío y empezaba a temblar y quería empezar a coger
calor rápido.
Era el merdiano
de la carrera y tenía la sensación de que había hecho muchas más horas.
Empezaba a
anochecer y tocaba encender el frontal, parecía que la noche sería tranquila
porque empezaban a brillar las estrellas. Y no hacía mucho frío.
Las subidas
empezaban ya a costar, sube-baja-sube-baja-suuuuuuuuuuuuube-bajaaaaaaaaaa, muy
técnico, sin descanso. Y llegaba de esas subidas con premio final, seguramente
no recuerdo escenas de tanto barro en competición, se me quedó tan enganchada
la zapatilla que no la podía sacar, era un paso hacia arriba, cinco hacía bajo,
esos momentos que te agotan física y mentalmente… Detrás tenía un
corredor italiano que como yo intentábamos avanzar como fuese, son momentos que
de noche todavía ralentizan más avanzar. Y era imposible intentar evitar
meterte en el barro. Había momentos de agua-barro chof, chof, chofff….
Pasado ésto por
fin un tramo con “menos obstáculos” hasta que llegó un punto con dos opciones de camino vallay
poco claro por dónde era y con ningún corredor a la vista, opción izquierda
seguía una pista, opción derecha paso dónde había una valla, un cartel en italiano
que no entendía… Pero tenía pinta que era por aquí porque abajo se divisaba una
marca…. Pasé la vaya, sendero de barro, bosque frondoso, así que hacía abajo,
bajando, bajando… Esas bajadas que no ves el final, sólo la negror del bosque,
y ya después de un buen rato vi el resplandor de un frontal,
respiré aliviada al ver que que no me había equivocado porque llegué a pensar que era
una tramo que habían quitado porque estaba fatal de condiciones.
Ya llegué al
control, llevaba unas horas sin comer por malas sensaciones del estómago
y no me entraba nada, intenté comer un poco de sopa, unos trozos de manzanas, y
salí.
Al poco nos
juntamos con Toni y ya decidimos seguir juntos.
Fuimos pasando la
noche, fue dura porque no había tregua, hicimos un tramo más o menos cómodo
después de este control pero luego ya sin descanso. No sabías si era peor subir
o bajar.
Y ya cerca de las
5 volvía a amanecer, mi estómago seguía fatal, imposible comer.
Íbamos haciendo
sin perder tiempo. Apagar el frontal y ver de nuevo la luz del día empieza a
animar más, y sobretodo el haber pasado ya el último corte de tiempo era como
saber que ya ibas directo a meta aunque quedaban todavía 22 quilómetros y unas
cuántas subidas y bajadas.
Fue un golpe
fuerte cuando estábamos en una bajada larga y técnica, y al final del todo
vimos un río dónde se veía el control y al mirar a la montaña del frente veías
a lo lejos el control, o sea que teníamos que bajar y volver a subir hacia la
otra montaña…. Son esos momentos que se han de gestionar mentalmente porque ya
llevas más de 24 horas de carrera y el cansancio afecta y es el momento que has
de pensar en positivo.
Bajamos entonces…
Volvimos a subir… Y nos dijeron que ya prácticamente estaba y no fue así.
Quedaban todavía subidas, quilómetros, y lo peor era que mirábamos el reloj y
el tiempo pasaba rápido y se barajaba la posibilidad de llegar tarde a la línea
de llegada. Aunque para mi acabar aunque fuese tarde ya valía.
Momentos duros,
de cansancio mental y físico, de no ver el final, de mirar el reloj y sentir
presión… El momento que tocamos el asfalto y vimos el cartel de 1,5km a meta no
nos lo podíamos creer, qué ilusión.
Y no sabes como pasa pero cuando va a
llegar es momento de cruzar la meta te olvidas de todo lo malo, de lo que has
sufrido las últimas horas… Había un gran ambiente en el pueblo, hacía sol, el
cielo brillaba azul, por el altavoz anunciaban nuestra llegada.
Next stop... Very far away and high from home! :P
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