La “borrachera”
del Aconcagua era difícil de olvidar, tantas sensaciones de esas que marcan, tantos paisajes, momentos, personas,
risas, sufrimiento… Lo que tenía claro era que
sería de esas experiencias que marcan un antes y un
después.
Cuando corrí TheTrack en Australia en mayo de 2015, y después
de 522km en 9 etapas, pensé que había llegado a mi límite, pero en Aconcagua,
fue otro límite también, diferentes sensaciones, pero viendo el límite muy
cerca.
Y con el cuerpo
ya más recuperado, las ganas de volver a pisar la montaña afloraban desde
dentro. Y con muchas ganas también
de ponerme los esquís.
Primeras salidas después de Aconcagua:
Primeras salidas después de Aconcagua:
10 de febrero, esquí de montaña y esquí alpino en Formigal
17 de febrero, esquí de montaña en Masella
Y llegaba la
primera prueba de la temporada, mi 11ª temporada corriendo carreras de larga
distancia.
En noviembre
después de cerrar la temporada corriendo la Haría Extreme en Lanzarote tuve
claro que quería volver a correr la Transgracanaria en febrero y quitarme la
espina de la edición de 2015 dónde acabé bien pero me descalificaron por llegar
fuera de hora de control.
Y correr en Las
Palmas de Gran Canaria es siempre un placer, ver a los amigos de allí, mi gran
amiga Elena, que nos conocimos en el Campo Base del Everest.
Así que llegué a
Canarias con las pilas cargadas de energía, consciente que me faltaba entreno,
pero con la esperanza que mi cuerpo recordase “el entreno” de Aconcagua. Y
también, con la presión de sacarme la espina de la Transgrancanaria
La previsión
inicial de tiempo eran temperaturas no muy bajas y lluvia, muy diferente a la
que tuve en 2015, con muchísimo calor.
Llegué el jueves con
el gran recibimiento de Sheila y su familia, luego ya me junté con mi gran
amiga Elena y su familia, y a recoger el dorsal a Expomeloneras, qué placer ver
a grandes amigos y sentir como en casa.
Ya cena
precarrera habitual (ensalada, pasta…), y al día siguiente algo que necesitaba,
dormir, después de muchos días durmiendo poco para llegar a todo, necesitaba
despertarme sin despertador para que mi cuerpo estuviese “aclimatado” para
aguantar las casi dos noches de carrera.
La previsión de
meteo a último momento fue un poco diferente, menos posibilidades de lluvia
pero temperaturas más bajas.
Y esas cosas que
pasan y no tenías previsto… La carrera salía a las 23h desde Agaete, y 2
minutos antes de salir de casa de mi amiga Elena en Las Palmas, y al ir a meter
el móvil en la mochila de la carrera, me quedé con la cremallera en la mano, no
me lo podía creer…. :O
La mochila tenía
ya mucho trote pero no esperaba que se me rompiese en ese momento, ni la cremallera, aunque pensándolo luego, siempre
era mejor que se rompiese antes de salir que no durante la carrera…
Qué nervios!
Llamé a un amigo que pensaba que tendría la solución pero sólo tenía mochila de
5l, demasiado pequeña, así que viendo la hora, no tenía muchas opciones,
el ponerme imperdibles a la mochila lo descarté porque imaginé que sería poco
ágil… Así que le pregunté a mi amiga Elena si tenía alguna mochila y menos mal
tenía una, no era cómoda porque no tenía el agua delante y no se adaptaba mucho
al cuerpo como la mía de siempre, pero mucho mejor era eso que nada…
Así que la
mochila que normalmente inviertes un buen rato en organizar, la hice en un
momento en el coche mientras íbamos para la salida.
Sobre todo no
quería que eso me afectase en mi rendimiento para la carrera así que traté de
no pensar.
Los nervios de
siempre para la salida, algo irremediable 11 once años después de mi primera
carrera de larga distancia
En la línea de salida |
Con Elena y Sheila antes de la salida |
Y 3, 2, 1… Y a correr, salida a trote hasta
que el camino se empezaba a inclinar demasiado que no valía la pena perder
fuerzas.
La 1ª subida era larga e intensa (1.200m positivos), me
encontré genial, iba haciendo a buen ritmo.
Cuando acabó esta
subida, empezaron a intercalarse senderos para trotar…Hasta que de repente un
parón de unos diez minutos porque había un
tramo de cuerdas y una larga cola
La temperatura
era fresca, y allí parada, empecé a notar “frío” de verdad, suerte que una vez
pasadas las cuerdas, de nuevo a subir.
El suelo estaba
muy mojado tanto por la lluvia de días anteriores como por la humedad y tuve
dos resbalones con golpe de rodillas y pensé que lo mejor era no arriesgar y
evitar correr cuando el camino estuviese peor para evitar riesgos. Empecé a
sacarle un poco de ventaja al tiempo de corte, me encontraba genial y quería
aprovechar.
La noche también
tuvo episodios de niebla espesa que costaba incluso ver el sendero, se agradece
la luz trasera que tenemos que llevar como material obligatorio para tener una
referencia de dónde está al corredor que va delante.
El día empezó a
clarear pero estaba nublado y nada de calor, todavía no era capaz de quitarme
el cortavientos. Esta parte de la carrera tenía un paisaje que ya recordaba
porque no me gustaba del todo, quizás demasiado asfalto y civilización, aunque
es cierto que hay partes de carreras dónde esto no se puede evitar.
Sin darme cuenta
llegue a Teror, km 56.2 que cerraba a las 13h, casi hora y media antes de la
hora de cierre.
Estaba contenta,
me sentía bien, buenas sensaciones, y con muchas ganas.
Se hacía pesado
que durante gran parte de la carrera los senderos fueran estrechos y tuvieses
que estar pidiendo paso o me pidiesen a mi.
Ahora llegaba una
de esas subidas que mentalmente cuestan porque no se acaban nunca pero que has
de poner mente fuerte, esta fue la última subida dónde estaba al 100%, las
siguientes ya no estaría tan bien, aunque muy contenta de poder subir tan
cómodamente (quizás efecto Aconcagua? ;) Aunque todo lo que ganaba subiendo lo
perdí en las dos bajadas más técnicas de la carrera y depende del momento esa
sensación desanima bastante).
En Tejeda me
encontré a mi amiga Elena que me había traído pasta y un Aquarius, qué alegría!
Por hablar con alguien, los ánimos y la pasta que viene bien en esos momentos.
Y ahora llegaba
la parte más bonita de la carrera pero que requería bastante esfuerzo, la
subida al Roque Nublo, el punto más alto de la carrera. Buff aunque no estaba
mal del todo se notaban los más de 70km que ya llevaban las piernas.
Intenté no
pensar, pero el reloj empezaba a correr deprisa, después de las duras bajadas
había perdido el cojín de tiempo tan amplio que tenía y empezaba a estar un
poco agobiada. Nada más salir de Tejeda se veía el Roque Nublo a lo lejos y
costaba tenerlo cerca, los kilómetros no pasaban,
fui haciendo, pasaba a gente así que tampoco iba tan mal.
Durante todo el
día no me había sacado el chaleco, y seguía con él, en la sombra el viento era fresco, contrastado con el calor
en el sol y en las zonas de población. De hecho, era el primer momento en toda
la carrera que se veía el sol ya que las nubes no habían desaparecido en todo
el día.
Justo antes de
llegar al Roque hay un tramo de ida-vuelta justo ya cuando estás llegando, y
cuesta cuando ves a los corredores que ya bajan y tu todavía tienes que llegar en subida.
Una vez llegué, intenté bajar lo más rápido posible pero no fue fácil, volvían a aparecer muchas piedras
que no facilitaban avanzar rápido.
Antes de eso, aquí tuve la oportunidad de vivir el momento más bonito de toda
la carrera, el atardecer con vistas increíbles, y el Teide, mágico!
Y esas
casualidades de la vida que pasan… Mientras yo
pensaba que esa imagen que estaba viendo era digna de
captar por un fotógrafo como mi amigo Quin
Farrero, gran fotógrafo, y de repente apareció
allí, el destino jeje…
Foto de Quim Farrero |
Después de nuevo
otras subida para llegar al control de Garañón, dónde había un gran ambiente, y
como en 2015, muuucho frío!
Como en todos los
controles veía corredores abandonar, es muy fácil cuando vas tan agotado
entregar el dorsal y pensar en meterte en el bus que te lleve de vuelta.
La alegría de
volver a ver a mi amiga Elena me cargó pilas, como sabía que iba con menos de
una hora de margen, me cambié rápido de ropa porque allí los corredores teníamos la bolsa que nos había transportado la
organización, arriesgué a no hacer cambió de calcetines aún notando que lo
necesitaba. Comí también algo, cambio de pilas y salí
muy rápido.
Aunque quedaba
algo de luz del día, hacía tanto frío que no sentía ni
las manos. Era increíble pensar que estaba en
Canarias pero con sensación de frío de Pirineos jeje…
Seguía agobiada
con el crono y me pasaba por la cabeza el hecho de que me volviesenn a descalificar por llegar tarde pero intenté no dejarme llevar por esos pensamientos y a
luchar hasta el final.
De nuevo bajada,
nada fácil tampoco, y ya de nuevo con frontal, empezaba la segunda noche y las
piernas ya lo notaban bastante, me desgasta mucho la presión de la bajada, junto con la mezcla de piedras y el crono de tiempo.
No era la única,
veía a muchos corredores también mirando el reloj. Es curioso porque durante
toda la carrera me sentía extranjera en Transgrancanaria porque todo eran
corredores de fuera, de hecho es un gran éxito para una competición tener un
índice tan alto de corredores internacionales.
Una vez acabada
la bajada, en Turte, km 94.2, penúltima bajada, y luego ya la última subida y
ya a bajar hasta la meta.
La sensación
térmica no era de mucho frío pero no sobraba ropa, aunque por emergencia tenía
en la mochila otra camiseta térmica, y el Goretex de material obligatorio, así que tenía la tranquilidad que si hacía falta,
podría ponerme otra capa.
Ahora la bajada
que llegaba era cómoda, ancha, de pista, pero eso sí, de piedras, dentro de una
especie de barranco. Fui adelantando a mucha gente hasta
que los últimos corredores ya a la vida, al pasarlos, optaron por ponerse a mi rueda, eran extranjeros, ellos se
beneficiaron de mi ritmo y yo de la compañía para que no me entrase el sueño,
no hablábamos pero sentir el paso y la respiración detrás tuyo te distrae y
“tienes la responsabilidad” de llevar un buen ritmo ;)
Y ahora sí,
Parque Sur, penúltimo control antes de meta (Km 120.2), que alegría! Miré el
reloj e iba muy sobrada, tenía tiempo de sobras de acabar la carrera sin
prisas. En este control no paré para nada, llevaba de todo, así que para meta.
Los corredores que llevaba detrás se pararon y yo seguí, me junté con un
corredor italiano y fuimos haciendo ya a un ritmo un poco más tranquilo que el
anterior, los últimos casi 5km.
De nuevo por una
especie de barranco, íbamos avanzando, yo sentía ya una felicidad enorme por
haberlo conseguido, ya estaba, pisamos el asfalto, y dentro de mi me inundaba
una alegría enorme.
Y en nada, 3, 2,
1… Y meta! Qué gran comienzo de temporada!!! La meta estaba desolada porque
eran casi las 3.30 de la madrugada pero yo estaba muy feliz, 28 horas 27
minutos, me habían sobrado casi 1 hora y media de tiempo. MI amiga Elena
estaba allí para felicitarme, qué ilusión!
Y ahora ya a descansar
y disfrutar el momento! Y lo mejor, que al día siguiente ninguna molestia
muscular, sólo cansancio y muucha felicidad!
Ahora a recuperar
y de nuevo para la montaña, esquís, cuerdas… Y con la mente en la próxima, y ya
más allá, en una de las dos pruebas objetivo del año!